vendredi, janvier 20, 2006

GULA

Un mordisco más, otro plato, un postre de esos que recuerdan la infancia, de esos que servían en los cumpleaños cuando era un pequeño.
Aquellos spaghettis que se ven tan apetitosos, lasagna o cannelloni como en el primer viaje a Italia recorriendo los sabores por placer. Spaguetti con salsa bolognesa en Bologna, Pizza Napoletana en Napoli, los bizcochos amalfitanos y las Lasagnas verdes en Puglia. Un bistec con salsa marinara en San marino o d'onion en Lyon, o con limón como los hace mi madre, con especies como cocino yo o sin ellas como lo hacen en el hospital, solo y con sal y a la plancha cuando tienes menos de una hora para cocinar, comer y salir.

Dos cucharadas mas de esto, sal y pimienta a gusto, quizás con azafrán quedaría mejor, romero para el olor y unas pepitas de mostaza podrían ambientar una noche romántica o una celebración por el triunfo de algo.
Quizás pollo, con naranja, o limón, frito, cocido o al horno, en mantequilla o al jugo, a la parrilla con brasas. parece increíble que aquellas criaturitas emplumadas puedan servir para tantas cosas, pensar que yo vine a saber más grandote que los trozos de una cazuela podían juntarse y eran una criatura viva.

Algunas cosas mas complejas de encontrar pueden generar hermosos recuerdos, tanto en sabores, aromas y texturas, todo eso encerrado en un plato, comer ciervo, jabalí, avestruz o pichón, serpiente, ratón, gato o cualquier mascota de aquellas que salen en los film's de Disney. Un niño puede sentirse tan increiblemente poderoso comiendose a la madre de Bambi, o al conejo de la suerte.

Y puedes viajar no sólo en sensaciones o recuerdos, también en imágenes de fantasía, como cuando lo que llega a los ojos es un coktel de camarones, salsas con mariscos o cremas agridulces que recuerden una linda playa acompañando un filete de albacora en mantequilla y ciboulette. Una bandeja de almejas u ostras, más cámarones y el olor a campo de un pastel de choclo, o unas humitas salidas del horno. Las vacaciones en el campo, la época de vendimia con un buen vino y el horno a todo calor, prendido para satisfacer los apetitos de los celebrantes.

Y ahora... quién sería capaz de levantar la primera piedra contra la gula?

1 commentaire:

Anonyme a dit…

Bendito sea quien dijo que comer era un placer!!

Éste quizas uno de mis más grandes placeres (de los reconocidos, jijiji).

Viva la buena mesa, abundante en sabores, colores, olores y texturas.

Macarena