mercredi, février 14, 2007

Swing



Es curioso como hay cosas que son para unos y no para otros. Lo que le corresponde a un grupo de gente y no a todos. Los ojos de un cierto color, el cabello con un tono más oscuro o claro, la piel mas blanca o más negra o que se yo cuantos cambios pueden haber en densidad, color, tamaños, usos, gustos, tradiciones, etcaétera, de un pueble hacia el otro.

Esta entrada es para poco la verdad... conversaba con un amigo el otro día, europeo mediterraneo, de gustos bastante sofisticados en cuanto a música, y me comentaba como le habia costado entender el ritmo del Jazz.. El Swing específicamente.

Y es que como comentaba más arriba, el jazz es una música que tiene toda el alma afroamericana. Un olor al sudor del esclavo, al tugurio embriagador de tabaco y alcohol, al deseo de libertad y la nostalgia de inmensidad...
Un europeo no entiende de esas cosas, y de hecho, es curioso como llevan su percusión, esa que provoca el ánimo festivo frente a un grupo en vivo, a los compases tradicionales de su música cuando escuchan algo de jazz, y no entienden que es otro tiempo, otro pulso del alma el que produce esos sonidos, distinto a lo que estan acostumbrados.

Las generaciones nuevas son más dadas a entender, a llegar a una profundidad naïf pero cercana a lo que es el swing, esa vibración discordante, que habría echo enloquecer a un Mozart o a un Beethoven.

Bueno, una reflexión que como me dijeron una vez, no llega a nada. Pero a quién le importa, tampoco estaba escribiendo un tratado musical ni nada de eso, solo algo que me llamó la atención y una publicidad del perfume Jazz, de Yves Saint Laurent, del 1986 que me encanta.
Los colores son sensacionales. Hasta para gustos europeos...

dimanche, février 04, 2007

Él ha muerto y él va a morir

Miraba algunas fotografías esta tarde, y no es de extrañarle a nadie que mire fotografías, me gustan las fotos y están ahí para mirarlas, sin embargo, esta vez fue distinto, hubo un par de fotos que me llamó la atención, más que la imagen en si, lo que está subyacente en ella, eso que, como ya anteriormente habíamos mencionado, el Punctum, como le llama Barthes a ese algo que rompe la imagen pura y afecta el alma de alguna manera misteriosa.

La primera de ellas, Retrato de Lewys Payne, tomada por Alexander Gardner en el 1865.
Payne, un hombre joven, atractivo, saludable, esta sentado de frente a la cámara con las manos esposadas, esperando el día siguiente, que será el día de su ejecución, debido al intento de asesinato que protagonizó en contra del secretario de Estado Norteamericano H.W. Seward, en el mismo año que fue tomada la imagen, el mismo año también que fue muerto por la horca.

Y fue realmente fuerte saber eso, la foto me molesta, me incomoda, resulta inquietante saber que ese hombre esta muerto, que ese hombre va a morir... la dualidad de una existencia truncada en sentidos que me son demasiado complejos de entender.
Al ir de a poco estudiando la imagen, recuerdo las clases de fotografía. Los rayos de luz que chocan contra un cuerpo y entran luego a la cámara graban en la película la imagen, o sea que en cada foto realmente si hay algo de nosotros, no sólo la certeza de que existió un momento que da un trozo de memoria - que es la foto - si no también algo físico.
Sumado a esto, la foto fue tomada hace 150 años atrás, ese hombre es pasado, es historia, sin embargo, algo de él está aquí presente en la actualidad para decirnos que ya no estará más.

Algo similar me pasa con otra imagen.
Se llama Ernest, y es un niño pequeño que posa junto a un banco cualquiera en un colegio cualquiera. La fotografía fue tomada por André Kertész, en París el año 1931.
Hay una niña de trás de Ernest, que lo mira, una niña de la cual no sabemos nada, solo sabemos que existió y que ese día en ese momento miraba a Ernest mientras era fotografiado.

Cuántos años tendrá ese niño? Cinco, quizás seis... estará vivo? Habrá muerto? Cómo habrá sido su vida?
La verdad es que la única certeza que tenemos es que en ese momento existió, y que fue fotografiado en un lugar que parece un salón de clases, mientras una niña lo miraba desde atrás, pero su vida, fuera de esa imagen, no es más que una suposición, una interrogante que difícilmente podría ser resuelta, a menos que contásemos con un presupuesto, y un equipo suficiente para hacer el restreo de alguien que quizás podría incluso haber muerto el día siguiente de haber tomado esa imagen.

Pero Ernest es solo un niño, no nos da indicios de nada más que de su existencia la imagen, no así otra imagen que a diferencia de la de Ernest, si da más datos, que bien podrían estar siendo mal interpretados, es totalmente probable, pero aún así, es la imagen todo lo que tenemos.

Una tarde típica en la plaza Sotomayor en Valparaíso, pero si se fijan en el extremo inferior derecho de la imagen, verán a un niño que mira a los militares pasar.
Un niño de una edad que debe de ser similar a la de Ernest, cabello castaño oscuro y curioso, es todo lo que sabemos de él, en términos más o menos objetivos, aunque podemos suponer que es un indigente, de otra forma, no estaría sentado en el piso en una plaza así de transitada.

Las preguntas que teníamos con respecto a Ernest parecen tener respuestas más oscuras en este caso, pues no estamos frente a un niño que está preparandose en un colegio, si no frente a un pequeño cuya vida puede, seguramente, tener muchos mas tropiezos en las calles del puerto.

La imagen sugiere en este caso posibilidades que hieren más al estilo de la primera foto, que de la segunda. Ese niño existió, eso no nos cabe duda, pero las condiciones en las que se desarrolló esa existencia son muy distintas a las que teníamos anteriormente, muy distintas quizás a las que podríamos tener cualquiera de nosotros.

Tan distintas que ni siquiera merece un primer plano en una fotografía.

Apenas un par de reflexiones sin conclusión, y es que no soy capaz quizás de concluir algo con un par de imagenes que me significaron más que otras, que al menos hicieron alguna especie de mella en mis sentidos.

Salvo el título de la entrada, pues no sólo la imagen parece una sentencia de muerte, si no también declara la muerte presente en la imagen, pues el sujeto fotografiado ya no existe, el tiempo, aunque sea una milésima de segundo, ya pasó por él. La fotografía es siempre pasado, es siempre muerte... Qué significa eso, pues ni idea, pero es la idea única que tengo ahora con respecto a esto.