Sabido es que el orden natural de las cosas establece que ante una prohibición, aparece el mercado negro. Y no es algo que atente contra la compleja estructura interna de los poderes que dirigen las naciones, ordenando que está permitido y que no, según sus escrupulosas razones de estado, todas, claro está, orientadas a lo que todos los partidos políticos, tanto los partidos de derecha, de la izquierda o del medio, llaman el bien común. Sea lo que sea, signifique lo que signifique, este bien común pretende ser salvaguardado con distintos tipos de prohibiciones de toda clase, Censuras lo llaman algunos, en ciertos casos en donde la prohibición es directa, así también como sucede en el caso del Toque de Queda, o de la Ley Seca, nombres grabados en el inconciente popular con un significado claro, preciso y a los ojos de la mayoría, detestable en todo sentido. También hay, claro está, prohibiciones de tipo más solapadas, a esto llamamos Impuestos, dentro de los cuales el Impuesto al Lujo es uno de los más complejos de explicar, pues en su origen tiene tanta representación de las frivolidades elitistas, como del desinteresado espíritu filantrópico que esperamos tengan los directores de nuestra patria.
Dejemos de lado el impuesto y la censura, pues no es sobre los derechos ciudadanos ni las herramientas gubernamentales que ocupa la razón de ser de estas lineas, que planean en sus palabras explayarse del modo en donde el mensaje sea lo más claro posible sobre el Lado B de todo este asunto de prohibiciones de cualquier clase.
Eso que pasa fuera de los gabinetes y comisiones estatales, que aunque intentan con la mejor de las intenciones, o al menos eso es lo que tenemos que pensar, pues de otra forma no se explica la razón que dio como resultado ganador al politico de turno en el sillón correspondiente a su cargo, tanto en el senado, ministerio, o presidencia, asi como tambien incluye esto a los secretarios, vices de todo tipo, consultores, adjuntos, designados, y toda clase de nombres maravillosos con que cuenta el organigrama del gobierno nacional. Pues, aún con todas las buenas intenciones del mundo, en las que como ya dijimos, confiaremos, los resultados no son tan buenos como se esperan, pues tradicionalmente se tiende a considerar al hombre un número que representa una línea en una estadística, pésima idea si consideramos que una mente no son dos y menos cientos... para que hablar de miles o millones, que son los que llenan las fronteras de nuestro país y que deben obedecer las prohibiciones, dichas son asumidas en general con una mueca de desprecio cuando son publicadas por televisión, y rara vez aplaudidas por más gente que la que enfoca una cámara de algún periodista justo en el momento en que algún secretario de comunicaciones de algún gabinete las informa. Y es que es ingenuo pensar que la gente, con todas sus homogeneas diferencias, van a aceptar debuena gana una prohibición de cualquier tipo, quizás en un esfuerzo intelectual la entiendan y la justifiquen, pero de ahí a que les guste, la cosa es simplemente distinta.
Pero el ingenio del hombre siempre ha podido más, y es que aparece entonces una idea magnífica en su concepción, que ha servido para fundar las más brillantes tramas de mafia y oscuridad en los bajos fondos. Puso de moda, aún cuando esto ha existido siempre, hace no muchos años las faldas cortas, las plumas y el glamour de un terno a lineas, un par de tacones y unas manos bien enguantadas para sostener el mejor bastón que, sin necesitarlo, se lleva casi de manera sagrada.
Este llamado Mercado Negro, consiste básicamente en darle la posibilidad al público que pueda pagar, todos aquellas caricias seductoras de productos que no se encuentran en el mercado traidicional, sumado, por qué no decirlo, a una cuota de peligro que no deja de coquetear impúdicamente con el instinto rebelde de los hombres.
En este mundo oculto en vox populi es donde radica la razón de estas lineas, esta reflexión justifica la cantidad de letras usadas en referirnos a algo que aunque ha estado ahí hace milenios, ahora consideraremos como, al menos, cosa curiosa. Y no es que nuestra consideración sea significativamente importante, en realidad no lo es para nadie más que para nosotros mismos, pero como excusa digo que no estuvimos ahí la primera vez que apareció este invento del Mercado Negro, ni la segunda, ni siquiera la tercera o la cuarta, estamos ahora donde los años perdieron la cuenta que llevan desde la primera vez, y la tierra ha dejado de anotar cada nuevo Mercado de Pecados.
Para ser más precisos, lo que mueve este texto es la fauna que aparece en estos lugares, llena de la mágica luz de la subverción que alumbra con sus maravillosos ejemplos de lo que la diversidad puede hacerle al hombre en estos días. Toda clase de individuos agrupados según dictan las leyes básica dela asociatividad humana, pululan en los rincones mas oscuros de las ciudades, ocupando el espacio que ahí se les regala, cuando tantos otros les fueron negados.
Contrario a lo que se pueda pensar, esa pudrición de la que algunos prefieres simplemente pasar por alto, será, a nuestro juicio, uno de los elementos más potentes que tiene el hombre para caminar en este mundo, pues da la posibilidad de manifestaciones divergentes, que a la larga, alguna siquiera, logra salir y transformarse en un nuevo referente para las masas que exahustas del ejercicio intelectual del pensamiento, se dejan arrastrar a los vicios que produce el conformismo y la rutina.
Las personas deberían conocer su ciudad, caminar por las calles abarrotadas de instinto, cargadas con todas las pasiones humanas que completan el sistema urbano de cualquier urbe que se respete como tal, dando lugar en ella a toda gama de personajes, que son como ya se ha dicho, de una forma algo compleja de explicar aquí, uno de los elementos de los que se ha servido la mente humana para no quedar estancada, que no todos han sido Da Vinci's, alojados en los palacios de acomodados mecenas, los hay también quienes han tenido que sufrir la temperie del asfalto y el adoquín.
Me pregunto, para finalizar, que pasaría si se prohibiese la libertad de expresión, y, aún cuando a nadie le importa lo que tratan estas lineas, estuviesen obligadas a ser mudos pensamientos. No es la pregunta referida a lo mal que lo pasaría alguien que quisiera decir algo, aún cuando no tenga nada importante que decir, más bien pienso, de que forma se las arreglaría para burlar el sistema regente para salir de igual forma a la luz...