mercredi, février 01, 2006

Peccata Capitalia



La humanidad es los siete pecados capitales y su lucha o vencimiento o más generalmente fracaso. Sin su glosa, no habría arte: holgarían el teatro, la novela, el pincel de los artistas... Los pecados capitales trepan sobre el perfil del hombre, como hace la vid sobre la estaca. ¡Los pecados capitales tienen dificilísimo remedio! Por que quizás nadie quiere remediarlos. Por qué habríamos de hacerlo? Oh! Ya recuerdo... para salvarnos!



Se la retrata en su gordura crasa, recostada sobre el fruto del trabajo de los hombres. En ocasiones, puede ser descanso bien ganado, después de arduo trabajo. Hay una pereza buena y una mala. Aunque, para qué engañarnos, predomina la peor, que el es aguijón en negativo del noble y desgraciado impulso que recibió Adán en el Edén. ¡La pereza es, en realidad, una blasfemia!

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Desde que el hombre se levantó sobre sus patas, tiende a resaltar su fatuidad engalanándose. Las medallas, sobre todo las falsamente merecidas -algunos aseguran que son la mayoría-, dicen las malas lenguas que se inventaron para subrayar esta característica jocosa. Soberbia, no se olvide, es el impenitente pecado de los otros.

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La avaricia rompe el saco, confunde y aleja la verdadera perspectiva y, al final, deja a sus esclavos igualmente pobres. Porque pobre, sin solución y sin remedio, es el avariento. ¡Una luna de muerte gravita sobre quien se pasa la noche contando las monedas!

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La lujuria tiende a no censurarse demasiado. Doctores tiene el pueblo que así lo dictaminan. También se debe asegurar su tangente perfil con lo ridículo, su acusada iconografía charcutera y la necesidad, casi física, de que venga el demonio de las consejas de la abuela a pinchar con su tridente las carnes pecadoras. La lujuria -esto no habrá quien nos lo niegue- también es atentado contra los puntos cardinales.

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La ira acontece de repente, muchas veces fraguada en el horno encendido, aunque sin llama, del corazón largamente atribulado. Tiene, cuando finaliza, un algo de perplejidad contemplando los destrozos que, en no raras ocasiones, trazan su frontera con el crimen, en su acepción de muerte de hombres. Hay ira santa, pero son las menos.

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La gula es atavismo de la bestia antes de que ésta recibiera la luz de la razón. También es la vanguardia en falanges ordenadas del demonio, el enemigo tradicional del hombre. Es vicio pobre y tiene aire de pueblo miserable, de fétida taberna, de casa vieja y rancia. No es inclinación gallarda, y hace trabajar la maquinaria entre vapores.

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La envidia jamás tiene reposo y es alacrán que, con su picada, engorda la lengua de quien padece semejante lacra. Es el vicio menos susceptible de contarse. Cuenta el rumor que lo inventaron en España, donde arraigó -insisten- de por vida. La envidia vuelve enjutas las facciones y, bajo la húmeda umbría de su manto, cría hongos y venenosas sabandijas. ¡El envidioso llama a voces a la parca!

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Lorenzo de Goñi, uno de los dibujantes más importantes de la españa del siglo pasado hace estos dibujos. Una visión muy personal de los siete pecados capitales. Claro que, una visión echa por un español siempre será una visión bastante cargada al moralista lado cristiano.

No es que me molesten los cristianos, sólo esa ridicula y simplista idea de reducirlo todo a lo bueno y lo malo. Lo bueno es lo que su iglesia acepta como parte del ser humano virtuoso que merece llegar a Dios. Y lo malo es todo aquello detestable que hace que el ser humano se condene y arda en el infierno por toda la eternidad.

Lamentablemente en dos mil años han inventado suficientes historias, cada una mas entretenida y fantástica que la anterior, para sostener sobre sus altares a hombres que, como se ha dicho junto a las siete hermosas pecadoras de las entradas anteriores, castraron su humanidad por una virtud inventada por una iglesia cada vez menos confiable.

Es esa virtud que han defendido, la misma que defendió las sangrientas y despiedadas cacerías de brujas bajo el yugo de la Santísima Inquisición, las masacres de las Cruzadas, los azotes a los pueblos protestantes, y la aniquilación de culturas milenarias en las conquistas americanas, dicho sea de paso, uno de los crímenes mas espantosos según mi criterio, el destruir una cultura. En el nombre de Dios se han cometido crímenes espantosos durante dos mil años, entonces no es de extrañar que cuando llega un cristiano a hablar del pecado, no puedo si no pensar en la cantidad inmensa de años que el hombre vivió sin ese peculiar invento, que lo lleva inexorablemente a la condenación eterna. Invento de hombres, no de Dioses por cierto.

Básicamente el mundo no es blanco y negro. Es de colores, y adoro que existan los matices. El "punto de vista" le ha dado un respiro al intelecto y al sentido de la estética de los hombres estos últimos años.

Aunque aprecio el esfuerzo del señor Goñi, prefiero quedarme con la visión de las pecadoras. No con una imagen del pecado prohibido y terrible, si no como una forma natural del hombre de llegar a un estado de pasión o deseo. Dos de las cosas que aún en este momento, nos recuerdan que estamos vivos...

- - - Fin ciclo Peccata Capitalia - - -

2 commentaires:

Morwen Eledhwen a dit…

nufann

Morwen Eledhwen a dit…

Por fin terminaste el ciclo,o sea has tenido humor para cada pecado estos dias, me encantó eso de "hoy no estoy de humor para la pereza" lol malo de estar de acuerdo contigo es que tengo poco que discutirte,ciertas discusiones no son tan malas.
puedo decir q me encanta practicar ciertos pecados en tu amable compañia?
oh, ya lo dije
adios