vendredi, janvier 26, 2007

φ α ρ μ α κ ο ς

Del griego Pharmakos φαρμακος una única palabra para designar Medicina (sust) y Veneno (nom). La relatividad del termino radica en los componentes usados para curar y para matar. Algunas plantas, como la artemisia, belladonna, el ajenjo o la mandragora entre otras hierbas de ese estilo, podían por un lado curar males menores, dolores, heridas o problemas a la presión, y una serie de dolencias más, si se aplicaban en la dosis correcta. Por otro lado, una dosis excesiva podía comportarse como un veneno poderoso y a veces incluso sin remedio conocido.

De esta forma es que el griego nombraba con una misma palabra los dos extremos de una situación, y que bello es el lenguaje que es capaz de darnos presiciones y conceptos tan ricos, no solo en su significado, si no en las implicaciones culturales de este.

Es con esta dualidad que pensaba mientras leía un libro, que por cierto sobre semiótica también trata además de la historia de Guillermo de Baskerville y de Adso de Melk en medio de las disputas entre el Papa y el Emperador, por allá por el 1300, mientras tratan de encontrar a un asesino en una cierta abadía Benedictina del norte de Italia para poder así hacer una negociación entre legados papales e imperiales.
Pensaba, decía, en lo que significaba para la vida esa dualidad, lo bueno y lo malo contenido en un concepto y los matices que puedan llenar la distancia que las separa, que son con los que nos movemos nosotros los mortales.
Depende quizás de alguna clase de objetividad espiritual que determina un valor absoluto y universal, o es más como pensaban los griegos cuando decían pharmako, que dependiese de la medida que se usaba y de a quien se le aplicaba.

Guillermo de Baskerville, retomando con la fuente de donde salieron estos pensamientos con más forma, pues es algo que de hecho está muy presente en mi pensamiento, pero sin embargo, la lectura me hizo re pensarlo, por eso quizás lo escribo. Decía que Guillermo de Baskerville mantiene una conversación con el Abad de la orden aquella, gobernante de la Abadía, y conversan sobre este asunto del bien y del mal, que para el Abad es tan claro, y para Guillermo, no tanto.
Y es que en un mundo donde la divinidad se expresa en mil formas físicas, así como es el mundo del Abad en su abadía, donde todo está dispuesto según un complejo sistema cosmológico, nacido de la teología más intelectual que pueda haber, no es lo mismo que el mundo de Guillermo de Baskerville, que anda por los caminos de este mundo conociendo y viviendo en carne propia los avatares que repara cada día a las pobres gentes de los sitios por donde pasa su camino.

Y es que es más simple teorizar sobre lo bueno y lo malo, que experimentar situaciones buenas o malas, al menos las absolutas.
Guillermo de Baskerville era miembro del Tribunal de la Santísima Inquisición, y le tocó juzgar sobre la gente acusada para decidir la virtud y la pecaminosidad de aquellos, sin embargo, se dio cuenta justamente de la idea que ronda mi cabeza. Al extrapolar un echo del contexto que lo rodea, uno acaba con un esquema, una teoria básica de lo que fue, y no se alcanza siquiera a percibir lo que realmente es. Abandonó por eso sus funciones de Inquisidor.

Y en conclusión, sin concluir nada realmente, continúa la interrogante, qué tan absolutos pueden ser los valores escenciales como lo bueno y lo malo, desde este mundo. Esa objetividad de pensamiento me resulta incomprensible, el hombre es una criatura compleja y tiende hacia muchos valores, pero no se realmente, honestamente no creo, que sea capaz de llegar a un absoluto. El juicio entonces qué validez tiene, y notese que para que la tenga, debe sustentarse en una secuencia de cientos de reglas y leyes convenidas para que podamos decir de algo según lo bueno y lo malo.

Todo es relativo? No, no todo es relativo, o más preciso sería decir que no cualquier cosa es relativa, pues se necesita una base argumentativa, lo que elimina una objetividad universal. De ser así, al necesitar una argumentación, que nace del contexto, para decidir sobre lo bueno y lo malo, entonces... la respuesta es clarísima...

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