jeudi, août 17, 2006

It was a murder. But not a crime!



Que levante la mano el inocente... Claramente no hay nadie. Y es que, quién alegaría inocencia hoy en día. Y es que la inocencia como tal es un estado tan complejo que es complicado determinar su existencia en algún individuo, más simple sería definir un nivel de inocencia, con respecto a una especie de graduación.

El problema más grande es que visiones divergentes del mundo en que nos encontramos, han hecho que lo que es detestable para algunos, sea absolutamente deseable para otros, y en tal situación nos encontraremos siempre que queramos llegar con mas o menos fortuna a un juicio de valor, con respecto a tal o cual situación particular, por lo que los aplausos de unos y las criticas de otro serán, sin opción, lo que teñirá el ambiente que rodea a ese juicio.

Y no sólo con respecto a juicios de valor para determinar culpabilidad o inocencia es que eso pasa, en todo ámbito de cosas existen bancadas de apoyo y de oposición, y es natural que así sea, y es bueno que así sea. El apoyo sirve siempre para reconocer los valores positivos de algo, y la oposición tiene como labor velar por el cumplimiento cabal de todo cuanto se ofrece. Aunque algunas veces se esfuerzan en exigir cosas que jamás se han ofrecido, o a inventar desarrollos que no tienen nada que ver con el camino que se habia optado seguir. Así también los que apoyan tienen sus problemas, exigiendo a veces todo de una sola vez, cuando se pensaba ir más lentamente en algo, o simplemente no ir jamás por ese algo. Tienden también a relajar demasiado a los que trabajan con continuos alagos, esto pasa cuando el apoyo se desequilibra con la oposición, al contrario sucede que el sujeto se hunde en inseguridades.

Y podriamos perfectamente condenar por ese actuar a la bancada de apoyo y a la de oposición, tachandolos de culpables por influenciar de esa forma al sujeto que solo hace lo que quiere o tiene que hacer, pero sin embargo, los condenaremos por qué? Son acaso culpables? No les toca mejor la palabra responsable? Claro que si, tan responsables los unos como los otros como aquel al cual circundan. Responsables si, inocentes jamás.

El titulo de esta entrada dice algo de la complicación principal al juzgar dicho evento. Cuando un asesinato es un crimen? Cuando un pecado es delito? Como se usa para juzgar algo así?
Tendremos que confiar en la justicia divina, y hacerle caso a Dante en el pecado máximo, que sería cuestionarla, pues entre hombres parece ser una complicación.

Cómo sea, la inocencia parece no estar muy de moda por estos dias, encontrandose mas placer en lo contrario, por esto es que al igual que como lo hicimos una vez, revisaremos de a poco este asunto, a través no de la fotografía como fue la otra vez, si no a través de la literatura. Oscar Wilde nos dará el material necesario para entrar en ese aspecto de la costumbre y quizás si se aparece la cita correcta y nos ahorra el trabajo de buscarla, quizás, nos topemos con algo de Saramago.

Por lo pronto, eso es todo...

samedi, août 05, 2006

En el puente

Y bueno, obviamente cruzó el puente, cómo no habría de cruzarlo si para eso cada adoquin avanzaba un poco más que el anterior hasta la otra orilla, mientras yo me quedaba a este lado del río viendo sin remedio como se alejaba la encarnación de una historia... mi historia, y más que una historia, un santuario.

De ahí, seguí varios caminos, acompañado por la soledad de cada grano de arena en unas dunas que nacen del mar y se pierden en un bosque de pinos.
Encerrado por horas en una tumba con los aceros de las cerraduras destrozados por un siglo de óxido, con los goznes desvencijados y los vitrales densos con el polvo de los años y una cripta iluminada con los fatuos fuegos de los muertos olvidados hace tanto por una familia que partió de este país hace ya demasiados años como para que hayan flores en los maseteros de aquel mausoleo, cuyos muertos hace tiempo dejaron de pensar en sus deudos, y queman sus horas en largas rememoranzas de los tiempos en que eran de carne, y de la suerte que tuvieron de morir después de aquella tragedía de cadáveres flotando en la lluvia, y deseos de buena fortuna a su descendencia, que el viento se encarga de llevar a un destino que dejó de existir hace ya varios años en fincas quebradas por mala administración en la pampa argentina, y por confiar en quien no debían en inverciones en Portugal.
Mis pasos me llevaron donde un niño se columpia sobre la ciudad, en una suerte de trampolín que se proyecta desde un morro en algúno de los cerros que rodean la ciudad, a más metros de altura del que ese niño jamás podrá contar con sus manos.
Estuve frente a unas casas que si no hubiesen nacido del maravilloso hecho de haber solidificado una ráfaga de viento, ya estaría flotando más allá del horizonte, pero resisten el paso de su padre ladeandose en ángulos formidables, con una puerta que casi no se cierra por quedar de frente al piso.
Vagué por un camino que le ganó terreno al vacío del acantilado, en donde las almas de los que murieron en ese lugar, famoso por los suicidas, rezan a una gruta sin santo una salvación que no llegará jamás, arrodillados llenan la senda, cada vez mas decrepitos y destruidos por el paso de los años en su mundo de muertos, a punto de morir de nuevo de puro agotamiento de elevar sus súplicas a una gruta que se las devuelve como eco, llenando el espacio con aquel rumor que se confunde con las olas.
Probé el amor fugaz de una desconocida en una gran roca rodeado de un furioso oceano nocturno, sin nombre ni edad, ni pasado ni futuro, sólo existió en ese húmedo y salado presente, capturado en el sudor de su piel, que se trasladaba al aire que nos envolvía mientras las olas reventaban y la luz de la autoridad aparecía en la costa sin vernos.
Hundí mi cuerpo en las burbujas de un alcohol sin sabor y sin sueños de ebrio, al contrario, los sueños se materializaban en torno a mi, tal desbarajuste ocacionó, que una pareja que bailaba cerca de la barra, casi tropieza con unas pelotas traslúcidas que había estado soñando, mientras veía las burbujas de mi trago, lo que estuvo a punto de despertar la quimera que no me dejaba salir del laberinto que me encerraba cada noche para no dejarme llegar al puente aquel. Cuando estaba a punto de despuntar el alba, y había perdido ya a la mitad de la gente que se encontraba en aquel lugar en los rincones de mi laberinto, dos personas cayeron al agua por acercarse demasiado al borde del punte que al fin apareció tras un par de grifos de piedra que rugían de pereza cuando el sol los tocó.

De igual forma el puente no lo alcanzé a cruzar. Jamás cruzé, ya no sabía si por inseguridad resentimiento o miedo. Quizás un temido acostumbramiento a la nostalgia de la distancia sumado a una idealización del pasado perdido, aunque no era necesario idealizar nada.

Hace tiempo me alejé del puente, aunque jamás lo pierdo de vista, está suficientemente lejos como para haber llenado los vacíos de una ausencia obligada, esquivando las trampas de la nostalgia y enfrentando el olvido de las lágrimas que jamás llegaron, y que ya no llegarán.

No quiero pensar por que volví a notar que ahí está, no por lo que lo cruzó hace ya tantos años atrás, si no por lo que siento ahora que está en él...

mardi, août 01, 2006

Éxito y Fracaso

Su mirada me ofende, me insulta, insinúa algo que yo sé pero que no quiero reconocer. Algo que me pesa, pero que aún con eso, tengo que seguir día a día en lo mismo. Pero su mirada delatora resfriega en la cara el hecho de ver negado el éxito en esta empresa que ocupa mi cabeza.

Me sonroja y me deprime el conocimiento de aquello, pero acaso no es humana la posibilidad?

Es un filo peligroso el que pone al fracaso justo al lado inmediatamente opuesto al del éxito, pues al no tener lo segundo, a veces, y por determinados contextos particulares de cada quien, dictados según son en cada caso específico por lo que rodea al sujeto en cuestión, en este caso yo, el enfrentarse a una sensación de fracaso, produce tal impotencia y desánimo, que cualquier cosa, por muy simple o nimia que esta sea, parezca un mundo de complicaciones insalvables de las cuales ni una sola parece ser la mejor opción para encaminarse en su resolución final.

Quizás la carne de fracaso deviene del acostumbramiento al éxito... quién sabe, puede ser una de las razones por las que es peligroso ser un desequilibrado.