
Juan Bosco
7 pecados capitales
150cm x 120 cm
Oleo sobre tabla
1480
Museo del Prado
Los sentidos se excitan lentamente, un dulcesillo gusto recorre la sangre tiñendola de una extraña valentía sin razón aparente, como la loca alegría de un ebrio sin razones para reir, pero feliz igual con sus sentidos sumergidos en alcohol.
El placer de lo prohibido, la sensación de tener el alma absolutamente desquiciada al borde de la condenación, pero plena, en un sublime espasmo de paz.
Por qué, me pregunto, las tentaciones deben ser rechazadas como un extremo prohibido y negativo, por qué pensar en los simplistas terminos de lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto.
Sabiamente Lord Henry aclara "La mejor forma de vencer una tentación, es cediendo antes ella", pero también opina que "el pecado es lo único bueno que va quedando en el mundo moderno"
Incluso Bosé en una de sus canciones reflexiona "me gusta lo bueno, lo bueno es pecado. Me gusta lo bueno, lo bueno es tan malo" Y en la jerga popular, "lo mejor de esta vida suele ser pecado, adictivo, ilegal o engorda"
Cansado, aburrido, agotado de tener que soportar la perorata condenatoria del infierno y las consecuencias del pecado. El fruto prohibido estaba ahí para comerlo, sin eso nada habría sido. El pecado mismo es un invento cristiano para reprimir, para ordenar de un modo caprichoso e impositivo a una sociedad carente de intelectualidad y un refinado sentido estético.
Olvidaron las masas la belleza de una pasión, el sentido de libertad y divinidad del capricho, del afán, del querer... La sublimidad del deseo más vil y egoista que pueda existir.
Negamos la naturaleza irracional y efervesente por una moral inventada, por una ética que no le es propia al hombre. La ilusión del pecado, la fantasía del rigor que genera la culpa...
Por qué dar la otra mejilla?
Actuemos! Asumiendo siempre las consecuencias, no soy un maniático tampoco, pero vivir... para que eso sea verbo hay que actuar y dejar que las venas sean recorridas por la sangre y el alma recorrida por el deseo. Sólo así recordamos para que sirve realmente un suspiro...